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La Realidad del Ser

SKU: EG-050

$20.00

Madrid, GANESHA-GAIA Coediciones

Colección: GANESHA

ISBN: 9788484453499

Páginas: 352

Tipo Cubierta: RÚSTICA CON SOLAPAS

Peso: 445,00 Gramos

Formato: 14,5 x 21 cm

Sin existencias

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Descripción

Quiero tener la experiencia del hecho de que existo; no sólo como un cuerpo, un animal o una máquina, sino como un ser humano. Mis pensamientos y mis emociones están en el mismo nivel que los de un animal. Cuando mi atención se vuelve hacia mí mismo, descubro que nunca soy consciente, que nunca estoy despierto. No sé que existo o cómo existo. Simplemente lo olvido. Toda mi vida pasa sin que yo tenga la experiencia de lo que es más importante.

Jeanne de Salzmann, La realidad del Ser, Ganesha- Gaia Coediciones, Madrid, 2011.

pág. 95

Fragmento

Dónde está nuestra atención

Quiero estar consciente de mí. Tal como estoy en este momento, ¿puedo conocerme, tener conciencia de mí? No puedo. Estoy demasiado disperso. No siento nada. Pero veo que estoy dormido y veo los síntomas de ese sueño. Me he olvidado de mí, he olvidado el sentido de mi existencia. Y en ese momento, recibo un choque: siento que me despierto, que quiero despertarme. Apenas experimento el choque, me siento tomado de nuevo, retenido por los elementos de mi sueño: las asociaciones que dan vueltas, las emociones que me toman, las sensaciones pasivas. Siento que vuelvo a caer en el olvido.

Uno no se da cuenta de cuán pasivo es, siempre arrastrado por los acontecimientos, las personas y las cosas. Empezamos un trabajo con mucho interés, conscientes de nuestra meta. Pero al cabo de cierto tiempo, el impulso se debilita, vencido por la inercia. La comprensión disminuye y uno siente la necesidad de algo nuevo que restaure el entusiasmo, la vida. De esa manera, nuestro trabajo interior avanza por etapas y depende siempre de fuerzas nuevas. Esto está determinado por una ley. Hay que desechar la idea de que el avance se realiza en forma continua y en línea recta. Hay etapas en las que la intensidad disminuye y, si uno no quiere recaer es necesaria la aparición de una fuerza más activa.

El hombre pasivo en nosotros, el único que conocemos, es el que recibe toda nuestra confianza. Pero, mientras permanezcamos pasivos, nada nuevo ocurrirá. Hay que volverse activo en relación con nuestra inercia, en relación con el trabajo pasivo de nuestras funciones. Si queremos cambiar, tenemos que buscar en nosotros al hombre nuevo, el que está escondido; es decir, el del recuerdo, el que tiene una fuerza que sólo puede ser dirigida por su voluntad y a quien hay que hacer crecer gradualmente, paso a paso. Uno debe ver que es posible un estado más intenso, más activo.

Debo reconocer que en mi estado habitual mi atención no está dividida. Cuando me abro a lo exterior, estoy naturalmente interesado. Mi atención va hacia allá. No puedo impedírmelo. Si mi fuerza de atención está completamente tomada, estoy perdido en la vida, identificado. Toda mi capacidad de estar presente se pierde. Me pierdo, pierdo mi propio rastro, el sentimiento de mí mismo, mi existencia pierde su sentido. Entonces, el primer cambio requerido es una separación en la que mi atención se divide.

Nuestro esfuerzo debe ser siempre claro: estar presente, que es el comienzo del recuerdo de sí. Cuando la atención se divide, estoy presente en dos direcciones, tan presente como pueda. Mi atención se dirige en dos direcciones opuestas y yo estoy en el medio. Es el acto del recuerdo de sí. Quiero mantener una parte de mi atención sobre la conciencia de pertenecer a un nivel superior y, bajo esa influencia, trato de abrirme al mundo exterior. Debo hacer un esfuerzo para permanecer relacionado, un esfuerzo de atención. Trato de conocer realmente lo que soy. Lucho por seguir estando presente, a la vez con un sentimiento de mí que se vuelve hacia una calidad mejor y con un sentimiento ordinario ligado a mi persona. Quiero ver y no olvidar mi pertenencia a esos dos niveles.

Debemos ver dónde está nuestra atención. ¿Dónde está nuestra atención cuando nos recordamos de nosotros? ¿Dónde está nuestra atención en la vida? El orden sólo puede nacer cuando entramos en contacto directo con el desorden. No estamos en el desorden; somos el estado de desorden. Si miro lo que soy realmente, veo el desorden. Y donde hay un contacto directo, hay una acción inmediata. Comienzo a darme cuenta de que mi Presencia está donde está mi atención.

Información adicional

Peso 1.25 kg
Autor

Jeann De Salzmann

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