Fragmento / pags. 210-211
Ayuno, cuaresma, cuál es la razón?
Verdaderamente, amigo mío, todo cristiano ortodoxo ruso enfoca el ayuno más o menos de la misma manera”.
“Durante estos ayunos cristianos que les vienen de los ortodoxos griegos, todos ellos consumen carne de pescado”.
“!Para ellos. Eso no es ‘pecado’, y la comen a cual más, como ‘plato de vigilia’!”
“una sola cosa me es incompresible: ¿de dónde han sacado estos desgraciados rusos ortodoxos que ellos. Durante estos ayunos cristianos y, sobre todo, durante la Cuaresma, podían consumir carne de pescado?”
“Y esto me es incomprensible porque los cristianosortodoxos, de quienes han tomado su religión, es decir, los griegos jamás la han comido en época de ayuno”.
“Aun en la actualidad los griegos no comen pescado sino una sola vez durante la Cuaresma, conforme al código de la Iglesia ortodoxa, para celebrar la memoria de un día de la vida del divino Jesucristo”.
“Para aquel que ayuna, no sólo no es de provecho el resultado de un ayuno en que se alimenta de carne de pescado, sino que es hasta absolutamente contrario a lo que quería y enseñaba el Divino Maestro Jesucristo, así como a la razón por la cual los grandes fundadores de la religión cristiana habían establecido esa costumbre”.
“Para apoyar lo que acabo de decir, le citaré, mi joven amigo, lo que leí un día sobre el ayuno cristiano en un antiguo manuscrito ‘judeoesenio’”.
“Ese antiguo manuscrito ’judeoesenio’’ precisaba que la costumbre de ayunar en ciertas épocas del año, especialmente destinada a los adeptos de las enseñanza de Jesucristo, fue instituida mucho después de su muerte, o sea en el año 214 de la era cristiana”.
“La costumbre del ayuno de establecida e introducida en la religión cristiana por el Gran Concilio secreto de ‘Kelnuán”.
“Ese concilio secreto de Kelnuán, en el que participaron todos los adeptos de esa enseñanza, aún nueva, se efectuó en la región Kelnuk, a orillas del Mar Muerto. De ahí el nombre de ‘Concilio de Kelnuán’ que tiene en la historia de la religión cristiana”.
“Se había mantenido secreto porque en esa época aquellos que seguían la enseñanza de Cristo eran perseguidos despiadadamente por todas partes, por los detentadores de poder”.
“Y estos detentadores de poder de que si todo el mundo viviera según esta enseñanza – aunque ellos mismos podrían tener también una mejor vida – perderían todo sentido de hacer sentir a los demás su poder y , por consiguiente, serán privados de los impulsos cuya satisfacción provoca en ellos el cosquilleo de su dios interior el “amor propio”.
“Así pues, en el curso de este Concilio de Kelnuán, fue instituida por primera vez la costumbre según la cual los adeptos de la enseñanza de Cristo dejarían, en ciertas fechas, de alimentarse de diversos productos comestibles”.
“Lo que sirvió de punto de partida para esa institución fue una controversia que tuvo lugar en el Concilio de Kelnuán entre dos célebres sabios de la época: el gran el gran “Jertununano” y ell ilustre filósofo griego Veguendiadi”.
“El gran Jertunano era el representante de todos los adeptos que poblaban las riberas del mar Rojo; el filósofo Veguendiadi, el de todos los adeptos de Grecia”.
“El filósofo Veguendiadi era conocido como sabio sólo en su propia patria. Jertunano, si era célebre en toda la Tierra y pasaba por ser la más alta autoridad en lo relativo al conocimiento de las leyes de la organización interior del hombre; además, era un gran experto en la ciencia de la ‘alquimia’ – que, por supuesto, no tenia nada que ver con aquella ‘ciencia’ que los hombres contemporáneos designaban con el mismo nombre-«.
Porque los ¨detentadores de poder no pueden ayudar a los pobres¨ págs 254-255
Y puesto que le es imposible a todo ser tricerebral del Universo y, por consiguiente, a todo ser de tu planeta, existir sin el proceso de pensar y como, al mismo tiempo, tus favoritos quieren tener la libertad de abandonarse a su «funesto dios interior autotranquilizador», se han vuelto poco a poco maestros en el arte de pensar automáticamente sin el menor esfuerzo eseral de su parte.
Hay que hacerles justicia: en eso han alcanzado la perfección. Y actualmente su pensar fluye en todas las direcciones sin la disposición intencional de ninguna de las partes de su presencia.
Por ejemplo, cuando, «hartos y satisfechos», esos importantes detentadores de poder están tendidos en sus inevitables divanes, su pensar asociativo, cuyo fluir no puede cesar, no recibiendo impulso sino de los reflejos de su estómago y de sus órganos sexuales, se desplaza libremente en todas las direcciones «como mejor le parece», con tanta desenvoltura como si se «paseara de noche en París a lo largo del Boulevard des Capucines».
Cuando uno de esos detentadores de poder se arrellana en su mullido diván, en él se piensan cosas de este tipo: «¿Cómo me vengaré de mi amigo José Sánchez que anteayer le guiñó a la mujer que «yo amo», no con el ojo derecho sino con el izquierdo?..»
O bien ese importante detentador de poder masculla mientras «digiere»:
«¿Por qué será que no fue mi caballo el que ganó ayer en las carreras?»
O también: «¿Por qué ciertas acciones, que en realidad no valen absolutamente nada, suben día a día en la Bolsa?»
A no ser que se ponga a soñar. «Si yo hubiera estado en el lugar de José Sánchez que ha inventado un nuevo procedimiento para criar moscas y hacer marfil con sus esqueletos, con todo el dinero que hubiese ganado, habría hecho esto, eso y aquello y no como ese imbécil que, como el perro del jardinero, no se come su hueso ni deja que otros se lo coman…»
Por otra parte, sucede a veces en la Tierra que algunos importantes detentadores de poder piensan de repente, por casualidad, no ya bajo la influencia de los reflejos del estómago y de los órganos sexuales, sino sincera y muy seriamente, en alguna cuestión relativa a ese terrible problema terrestre.
Pero esas mismas reflexiones sinceras se producen, la mayor parte del tiempo, de manera automática por razones exteriores accidentales. Por ejemplo, cuando la existencia de uno de sus familiares ha llegado brutalmente a su fin en el curso del último gran proceso de destrucción recíproca; o bien cuando alguien los ha ofendido gravemente; cuando otro los ha enternecido, sea haciéndoles un gran favor o haciéndoles un obsequio que no esperaban; o también cuando sienten con toda certidumbre que se acerca el fin de su propia existencia.
En tales casos, si uno de esos detentadores de poder reflexiona sinceramente en el terrible mal que hace estragos en su planeta, se indigna cada vez con todo su ser; y, por supuesto, en ese estado, se da a sí mismo su palabra de emprender y de realizar, cueste lo que cueste, todo lo que sea necesario para que tal plaga no se produzca más.
Pero he aquí la desgracia: apenas el estómago de ese ser «sinceramente indignado» comienza a vaciarse, o apenas esas impresiones externas se han borrado un poco, olvida en seguida la promesa que se hizo y de nuevo comienza, consciente o inconscientemente, a hacer todo lo que ordinariamente suscita la aparición de esos procesos entre las comunidades.
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