Descripción
NUEVA EDICION
Ya he dicho que hay gente hambrienta y sedienta de la verdad. Si examina los problemas de la vida, y es sincero consigo mismo, pronto se convencerá de que no es posible vivir como ha vivido y ser lo que ha sido hasta ahora; que es esencial una salida de esta situación y que un hombre sólo puede desarrollar sus capacidades y poderes ocultos limpiando su máquina de la suciedad que la ha obstruido durante su vida. Pero para llevar a cabo esta limpieza en forma racional, él tiene que ver lo que necesita limpiarse, dónde y cómo; pero ver esto por sí mismo es casi imposible. Para poder ver cualquiera de estas cosas uno tiene que ver desde el exterior; y para esto se necesita de la ayuda mutua.
Si recuerdan el ejemplo que di de la identificación, se darán cuenta de cuán ciego es el hombre cuando se identifica con sus estados de ánimo, sentimientos y pensamientos. Pero nuestra dependencia de las cosas ¿está limitada sólo a lo que se puede observar a primera vista? Estas cosas se destacan tanto que no se puede evitar que llamen nuestra atención. ¿Recuerdan ustedes cómo hablamos acerca de los caracteres de las personas, dividiéndolos grosso modo en buenos y malos? Una vez que un hombre ha empezado a conocerse, encuentra continuamente nuevas áreas de su mecanicidad —llamémoslo automatismo— dominios donde su voluntad, su “yo quiero”, no tiene poder, áreas no sujetas a él, tan confusas y sutiles que le es imposible encontrar su camino dentro de ellas, sin la ayuda y la guía autoritaria de alguien que sabe.
Brevemente, este es el estado de cosas en el campo del conocimiento de sí: para hacer, uno debe conocer; pero para conocer, uno debe descubrir cómo conocer. Y no podemos descubrir esto por nosotros mismos.
Además del conocimiento de sí, hay otro aspecto de la búsqueda: el desarrollo de sí. Veamos cómo andan las cosas por ahí. Es claro que un hombre abandonado a sus propios medios no puede exprimir de su dedo meñique el conocimiento de cómo desarrollarse y, aún menos, qué exactamente desarrollar en sí mismo.
Gradualmente, al conocer a personas que están buscando, hablando con ellas y leyendo libros apropiados, un hombre es atraído hacia la esfera de preguntas concernientes al desarrollo de sí.
¿Pero qué puede encontrar aquí? Antes que nada un abismo del más imperdonable charlatanismo, basado enteramente en la avidez de hacer dinero al engañar a gente crédula que está buscando una salida a su impotencia espiritual. Pero antes que un hombre aprenda a separar el trigo de la cizaña, debe transcurrir un largo tiempo, y posiblemente el impulso mismo de encontrar la verdad, vacilará y se apagará en él, o se volverá mórbidamente pervertido y su embotado olfato lo puede conducir a tal laberinto que el camino de salida, figurativamente hablando, lo llevará directamente al diablo. Si un hombre logra salir de este primer pantano, puede caer en un nuevo cenagal de seudo conocimiento. En ese caso la verdad será presentada en una forma tan indigesta y vaga que producirá la impresión de un delirio patológico. Se le mostrarán caminos y medios para desarrollar poderes y capacidades ocultas, las cuales se le promete, que si es persistente, le darán sin mucho esfuerzo poder y dominio sobre todas las cosas, incluyendo criaturas animadas, materia inerte y los elementos. Todos estos sistemas basados en una variedad de teorías, son extraordinariamente seductivos, sin duda precisamente por su vaguedad. Tienen una atracción particular para los semieducados, aquellos que son medio instruidos en el conocimiento positivista.